Otra vez estamos viendo mangos en
los estantes de las fruterías ¿y cómo puede ser eso si en verano también están
entre nosotros? Pues ventajas de las globalización, que alguna tenía que tener.
En invierno nuestro en Europa es verano en otras latitudes de América y por ese
motivo tenemos dos temporadas de frutas tropicales como esta. Ahora en
invierno, los mangos traídos de ultramar, y acabando nuestro verano, los
nuestros de la tierra. Y que conste que no me voy a decantar por unos ni por
otros, porque he de confesar que este año los he tomado exquisitos en ambas
temporadas, cierto es que los que llegan aquí en invierno, suelen venir más
verdes y pasan de ese punto a estropearse rápidamente si no los controlas, pero
de veras, que chapó en las dos fechas.
Pues voy a poner hoy una recetita
dulce aprovechando el mango que nos encontramos ahora, súper sencilla de hacer
y que gusta y sorprende muchísimo, el “mango tatin” o tarta tatin de mango en
español. El tatin es una manera de hacer tartas de fruta de origen francés,
consistente en cubrir fruta con una masa quebrada y hornearlo para presentarlo
volteado luego.
La tarta tatin original es de
manzana y nació como tantas cosas en cocina por un despiste. Cuentan que las
hermanas Tatin regentaban un hotel a finales del siglo XIX, que era conocido
por la cocina que allí se disfrutaba. He leído dos vertientes del origen, una
es que a una de las hermanas se olvidó poner la masa antes que las manzanas en
los que iba a ser una tarta clásica, y la otra, más razonable a mi parecer, es
que se pasó cocinando unas manzanas y las cubrió con masa para aprovecharla.
El caso, que es muy sencilla de
realizar y podéis hacerla con diferentes frutas, siempre que sean de carne prieta
que admita bien la cocción como manzanas, mangos, melocotones, peras… Vamos a
necesitar:
- 1 Mango grande, o 2 de tamaño medio
- 100 gr de mantequilla
- 100 gr de azúcar
- 100 cl de agua o zumo al gusto
- Una lámina de masa quebrada
- Nata, caramelo y esencia de vainilla, para decorar
Ponemos el horno a precalentar a
180º, posición ventilador o arriba y abajo.
Tenéis que coger un molde que
valga tanto para vuestra cocina como para el horno porque vamos a hacerlo todo
en el mismo sitio. Ponemos el molde al fuego o vitro y le echamos el azúcar y
la mantequilla para hacer un caramelo dorado, a fuego suave. Cuando se funda y
adquiera un ligero tono rubio añadimos el agua, dejamos reducir un poco y ya
está listo. Cuidado de no quemarlo porque hay que pasarlo al horno luego y seguirá
cogiendo temperatura. Retiramos.
Pelamos y cortamos el mango en
trozos grandes. Deberían ser como gajos pero los mangos son complicados de
trocear, así que no vamos a poner pautas ¿vale? Cada uno que lo corte como
buenamente pueda :)
Sobre el caramelo vamos colocando
los trozos de mango bien repartidos y lo apretamos, procurando que no queden
muchos huecos.
Extendemos entonces la lámina de
masa quebrada por encima y la presionamos ligeramente para que se amolde a la
fruta, ligeramente no se vaya a romper. Recortamos los bordes que sobren y la
pinchamos con un tenedor, para que no suba demasiado.
Horneamos entonces a 180º durante
45 minutos.
La dejamos reposar 5 minutos
cuando la saquemos, le colocamos como una tapa el plato donde se vaya a servir
y le damos la vuelta. ¡Ojo! No la dejéis enfriar completamente pues si el
caramelo se enfría del todo en el molde se pegará al fondo y lo perderemos en
la vuelta, además de que puede llevarse trozos de fruta pegada también.
Para servir se puede decorar con
nata, helado de vainilla, caramelo... Esta que veis está con nata montada en
casa (sin azúcar) y unos hilos de esencia inglesa de vainilla.
Bon apetit mes amis!!!