9 de diciembre de 2010

GNOCCHI CASEROS, con gulas al ajillo, queso fresco y huevo

Hacía bastante tiempo que quería animarme a hacer los gnocchi en casa, pero nunca me lanzaba pensando que era un trabajo lento y súper laborioso.
Hoy me he decido y para mi sorpresa he descubierto que no sólo no es tan complicado de hacer si no que además el resultado es buenísimo, ¡una textura y un sabor suave espectacular!


He utilizado una receta que tenía guardada desde hace muchísimo tiempo en el ordenador, así que ya no se de quién es. La receta parece un poco larga pero no es así, lo importante es respetar un par de reglas básicas, y salen perfectos. Los ingredientes son de lo más sencillo:

800 g de patatas
2 huevos (opcional)
harina


Lo primero es lavar bien las patatas y ponerlas a cocer con la piel. Al cocerse con la piel la fécula se queda dentro y eso hace la masa más resistente luego. Para que la piel no se reviente hay que cocerlas en fuego suave.

El tiempo de cocción varía según el tamaño y tipo de patata, entre 20 y 40 minutos. Debe quedar bien cocida, lo que podemos comprobar pinchándolas con un tenedor. Una vez cocidas, escurrimos y dejamos entibiar. Cuando ya puedan tocarse pero no estén frías del todo, las pelamos y pasamos por un pasapurés.

Colocamos el puré sobre una superficie enharinada y empezamos a trabajar la masa añadiendo harina poco a poco, hasta que nos encontremos con una pasta que se pueda manejar y modelar despegándose fácilmente de las manos. Así que la cantidad de harina irá a ojo, o tacto más bien.

 

Llegados a este punto, es muy importante tener claro si los vamos a poder cocer en ese momento o los tendremos que aguantar esperando un poco. Si vamos a cocerlos en el momento ya podemos poner una olla con abundante agua a hervir, mucho agua, y un puñadito de sal. Si por el contrario esperamos visitas que se atrasan o estamos preparando los gnocchi mucho antes de la comida, entonces tenemos que dar otro paso más, y es añadir los huevos.


Si NO vamos a poder cocerlos en el momento le añadiremos un par de huevos para que la masa aguante una hora más en seco, no aguanta mucho más. En este caso tendremos obviamente que añadir más harina para que no se nos pegue la pasta a los dedos.

En cualquier caso, una vez lista la masa, iremos formando bastoncitos del tamaño de un dedo y de ahí cortando y formando las bolitas que serán nuestra pasta fresca. Los vamos dejando sobre una superficie con harina, nunca en húmedo.


Cuando los tengamos listos, los vamos echando a la olla con cuidado de que no se peguen  los unos a los otros, un chorrito de aceite en el agua ayuda. Tienen muy poco tiempo de cocción, casi no llega a 1 o 2 de minutos, pero siempre sabremos que están en su punto cuando empiecen  flotar en el agua. En cuanto floten, los vamos sacando fuera con cuidado no se aplasten.

Les ponemos aceite o mantequilla o la salsa que queramos. Yo los he servido con unas gulas al ajillo, unos trozos de queso fresco a la plancha y un huevo escalfado encima (aprovechando el agua hirviendo) y han quedado de muerte. ¡Probadlo, de verdad que merece la pena!






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